¿Por qué trabajar en el jardín con niños? Éstos son los principales beneficios de jugar a los jardineros

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22. may'25

El mundo acelerado de la tecnología y las redes sociales nos obliga, queramos o no, a vivir al mismo ritmo. No solo nuestra salud, sino también nuestras relaciones y la infancia de nuestros hijos están pagando el precio. La jardinería es una de las actividades en las que las familias pueden bajar el ritmo y volver a conectar con la naturaleza. Acompáñanos a comprobar los principales beneficios de trabajar en el huerto.

Trabajar en el huerto con niños no consiste solo en cultivar. Cuando trabajas en el huerto, despiertas en tus hijos el amor por la naturaleza, cultivas la curiosidad, la creatividad, la paciencia y el sentido de la responsabilidad. No tengas miedo de ensuciarte las manos con los niños y lanzarte a la belleza de cuidar un jardín.No tiene que ser grande en absoluto, porque los milagros también pueden suceder en un balcón.

Algunos dirían que el principal y único beneficio de cultivar un huerto es obtener una sabrosa cosecha de tus propios recursos. Sí, las verduras y frutas de cosecha propia son el objetivo de todo jardinero, pero cultivar un huerto no es solo eso. Cultivar un huerto con niños conlleva múltiples beneficios:

  • Contribuye al desarrollo integral de los sentidos. Los niños sienten en sus manos diferentes tamaños y texturas de semillas, tierra, madera, hojas. Pueden oler distintas flores y ver los vivos colores de la naturaleza. Así se desarrolla el tacto, el olfato y la vista, pero también el gusto al probar lo cultivado, y el oído tampoco se queda atrás.
  • Motiva a los niños a comer frutas y verduras. Muchos niños se niegan a comer especialmente verduras, pero su propia cosecha puede animarlos a probar lo que han cultivado.
  • Despierta la curiosidad y, a partir de ella, el aprendizaje. Los niños descubren cómo influyen las estaciones del año, qué pasa con las plantas cuando llueve demasiado o cuando hay sequía prolongada. Además, conocen una gran variedad de frutas, verduras y distintas variedades. La jardinería es un proceso de aprendizaje continuo, no solo para los niños, sino también para los adultos.
  • Fomenta la creatividad, aunque a primera vista no lo parezca. Dales libertad al crear un jardín y verás qué colores de flores eligen, qué forma le dan al jardín, etc. Aunque la jardinería tiene ciertas reglas, también puede ser creativa y divertida.
  • Fortalece los lazos familiares, ya que es una actividad en la que pueden participar todos los miembros de la familia.
  • Conecta a los niños con la naturaleza y les enseña la importancia de cuidarla.
  • Cultivar cualquier tipo de planta, ya sea ornamental o comestible, requiere atención diaria, cuidado y un cierto grado de responsabilidad.

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Cuatro pasos para una jardinería exitosa

Jardinear con niños tiene muchas ventajas, de las cuales se beneficiarán tanto los pequeños como los padres. Para empezar con esta agradable actividad, solo necesitarás un poco de espacio, tierra, agua, herramientas de jardinería y algunas semillas o plantones. Si nunca has tenido un jardín propio, no te preocupes. Lo descubrirás todo junto con los niños. ¡Vamos allá!

1. Planifica el espacio del jardín

Cada planta necesita sol y sombra, pero en diferentes proporciones. Algunas variedades de verduras y también flores prefieren la luz solar directa y no les molesta estar bajo los rayos del sol todo el día. Otras, en cambio, prefieren la sombra y demasiado sol puede ser perjudicial para ellas.

Observa el espacio donde deseas crear tu jardín y, junto con los niños, dibuja el plano del futuro jardín. En el mapa, marca las zonas soleadas y sombreadas, y escribe en la leyenda a qué hora y en qué lugares incide el sol. Con base en eso, podrás elegir plantas cuyas necesidades coincidan perfectamente con las condiciones de tu jardín. Gracias a esta preparación, los niños aprenderán a planificar, pensar de forma lógica y analizar.

2. Explora el suelo

En la jardinería, no se puede evitar ensuciarse las manos, la ropa e incluso que a los niños les llegue algo de tierra al pelo. Pero gracias a eso, poco a poco llegarán a tener un jardín bien establecido.
Primero, sin embargo, hay que saber con qué tipo de suelo se va a trabajar. Con una pequeña pala de mano o una azada, cava un hoyo de al menos 15 cm de profundidad. Toma un puñado de tierra y presiónala con fuerza en la palma de la mano.
Si se mantiene compacta, tienes un suelo arcilloso; si se deshace fácilmente, tienes un suelo arenoso.

El tipo de tierra ideal es ligera y esponjosa, lo que permite que el agua y los nutrientes lleguen rápidamente a las plantas, pero al mismo tiempo es lo suficientemente firme como para mantener las raíces en su lugar. Sea cual sea el tipo de suelo, antes de plantar añade compost y turba, mézclalo bien, y así mejorarás de inmediato su calidad.

También debes contar con que, al cavar, probablemente encontrarás lombrices y otros pequeños gusanos. Los niños podrían asustarse o encontrarlos desagradables, pero explícales que estos habitantes del suelo son beneficiosos y ayudan a airear la tierra. Descubrir gusanos es otro beneficio de la jardinería: estimula la curiosidad infantil y es una forma de que los pequeños jardineros aprendan sobre el ecosistema subterráneo y la importancia de los organismos vivos casi invisibles para el bienestar del jardín.

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3. El agua como base

El agua es tan importante como el sol y la sombra: algunas plantas pueden sobrevivir unos días sin riego, mientras que otras necesitan tener “los pies en el agua”. Si no estás seguro, junto con los niños, de si es necesario regar las plantas del jardín, puedes usar la prueba de la piedra. Coloca una piedra sobre la tierra (idealmente una que los niños puedan levantar) y cada dos días (o todos los días si hace mucho calor) revisa la tierra debajo. Si está húmeda, no es necesario regar aún; si está seca, es hora de sacar las regaderas y ponerse a trabajar.

También puedes comprobar la humedad de forma más directa: introduce un dedo en la tierra (unos 5 cm de profundidad) y si al sacarlo está seco, es momento de regar. Recuerda que el riego para las plantas es como la hidratación para nosotros. Cuando falta agua, las plantas sufren y se estresan, no crecen adecuadamente, les faltan nutrientes, y si se descuida el riego, pueden secarse por completo.
Sin riego regular, los niños no verán frutos ni cosecha. Por eso, la jardinería también enseña disciplina y responsabilidad.

4. No olvides la nutrición

Sí, has leído bien: las plantas también necesitan alimentarse, y no siempre basta con regarlas. Su comida favorita es el compost, es decir, materia orgánica descompuesta que puedes preparar en casa. Hoy en día existen pequeños compostadores de cocina o de balcón, en los que puedes ir añadiendo regularmente residuos orgánicos, como cáscaras de frutas y verduras, posos de café, cáscaras de huevo, etc. Con el tiempo, estos “ingredientes” se descomponen y crean nutrientes esenciales para el jardín.

Sol, tierra, agua y nutrientes son los cuatro elementos fundamentales para establecer un jardín exitoso. También son imprescindibles semillas de calidad o plantones y, por supuesto, herramientas de jardinería. En el equipo de todo buen jardinero —pequeño o grande— no pueden faltar una pala de mano, un rastrillo, una regadera, una azada y una carretilla.

Si ya sabes de antemano que a tus hijos les encantará jugar a ser jardineros, puedes alegrarles el día con un set completo de juguetes de jardinería. Ningún jardinero de verdad puede prescindir de un cortacésped de juguete, una cesta para la cosecha y también macetas, donde los niños pueden cultivar hierbas aromáticas o flores.

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